Respuesta a los cambios, movilización, creatividad, innovación, apertura y más; la incorporación de las mujeres y sus características de liderazgo ya no son sólo una opción, sino una necesidad en las empresas que aspiran a liderar y construir organizaciones más resilientes y sostenibles.
En el mediano plazo podrán observarse impactos directos, que inciden en KPIs estratégicos como las ventas, el flujo de clientes o la reputación. Pero aun en industrias donde el largo plazo es la suma de los cortos plazos, veremos impactos indirectos que mejoran la performance financiera de la empresa, en tanto el relacionamiento empieza a incidir en otras variables “intermedias” como la lealtad del consumidor o la valoración de la marca.
Ante una nueva conmemoración del día internacional de la mujer, deseo compartir algunas reflexiones en la perspectiva de analizar cómo lograr una integración femenina más amplia y efectiva en las empresas, especialmente en los niveles directivos, para que jueguen un rol mayor en la toma de decisiones de las organizaciones, tanto públicas como privadas.
Hoy son más las instancias que comparten el objetivo de incrementar la participación de mujeres en puestos directivos tanto en organizaciones como en empresas. Y hay más espacios formales que promueven la formación femenina en el ámbito del liderazgo y en el desarrollo de habilidades integrales para un desempeño efectivo en la alta dirección ejecutiva. Así como también, la creación de asociaciones y organizaciones que relevan su participación en la alta dirección, las que están ayudando a impulsar agendas amplias de cambio a nivel organizacional y social.
¿Por qué es bueno para la economía y para nuestros países que exista una mayor participación de mujeres en puestos de decisión en las organizaciones?
La respuesta aunque parece obvia, no lo es tanto aún para algunos empresarios y controladores de grandes compañías y organizaciones que persisten en una posición miope limitando la presencia femenina en altos cargos.
Su participación en puestos ejecutivos de las organizaciones trae múltiples ventajas: particularmente por sus habilidades movilizadoras y como agentes de cambio. Al sumar el talento femenino se amplían las capacidades que tienen las compañías para responder en forma efectiva ante los cambios y dinámicas en el ecosistema donde éstas se desempeñan. Favoreciendo la inclusión, la igualdad y la diversidad, promoviendo la consolidación de una sociedad más sostenible desde una perspectiva social y económica.
La incorporación femenina en el ámbito laboral trae una serie de beneficios en materia de creatividad, innovación y apertura. Progresos en habilidades interpersonales, como la empatía y una mayor orientación hacia las personas, los que son aspectos clave para el liderazgo. Asimismo, se observa una mayor tendencia hacia la cooperación, la resiliencia, la conducción horizontal y el influjo de lo emocional.
A su vez, la inclusión femenina en cargos de liderazgo puede ayudar a reducir la brecha salarial de género y aumentar la igualdad de oportunidades para las mujeres en el lugar de trabajo. Esto contribuiría a mejorar la retención de empleados y reducir los costos asociados con la rotación de personal.
Las mujeres que participan en instancias de tomas de decisiones dentro de una organización, muchas veces constituyen una "inspiración" para las jóvenes y aspirantes a liderar en el futuro, lo que fomenta su desarrollo profesional y personal.
En Latinoamérica el porcentaje femenino en roles de liderazgo está 4% más arriba que el de sus pares en el resto del mundo. A pesar de los avances, las latinoamericanas sólo ocupan el 15% de los cargos directivos en empresas de la región y apenas el 14% son dueñas de una empresa, según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que revela además que 1 de 10 mujeres tiene el puesto de gerente o director principal.
De acuerdo con el ranking PAR Latam 2020 que elabora Aequales, aunque el 58% de empresas que operan en el Perú tiene políticas de equidad de género, sólo el 21,3 % tienen como líder CEO a una mujer, una cifra por debajo del promedio de Latinoamérica (23,9 %). Además, en los puestos de junta directiva, por cada 7 hombres, hay 3 mujeres.
En Chile la participación femenina en las gerencias de primera línea alcanza al 21%, siendo mujer sólo 1 de cada 5 gerentes. Mientras que en el caso de los directorios, aunque subió en el último año de 10,5% a 12,7%, sigue siendo una participación baja, ya que un 76% de las empresas tiene una participación inferior al 30% de mujeres en sus directorios.
Según el BID (2021), la desigualdad de género ha obstaculizado el crecimiento económico y el desarrollo social en la región. Es por eso que invertir en liderazgo femenino y promover empresas de propiedad de mujeres es fundamental para impulsar un crecimiento sólido y sostenible en toda América Latina y el Caribe.
La humanidad ha evolucionado, las mujeres son parte importante del motor de una sociedad que aspira a un desarrollo sostenible, donde incluirlas ya no es solo una opción, sino una necesidad. Por lo tanto, abordar este desafío con sentido de urgencia y una importante cuota de audacia es clave para los procesos de transformación cultural, principalmente dentro de las organizaciones, teniendo más mujeres al mando.